Situado al sur de Kenia, allá donde la figura del espectacular Kilimanjaro recortada sobre un cielo de intenso azul cobalto domina la gran llanura africana, el Parque Nacional de Amboseli es el reino de los elefantes y también el escenario de clásicas producciones de Hollywood.
Foto: M. Disdero at wikipedia.com
El parque nacional de Amboseli ofrece una de las imágenes más clásicas de Kenya, la enorme montaña del Kilimanjaro, con sus 5.985 m dominando la llanura como un dios poderoso gobernando el mundo desde su trono de plata.
La enorme montaña africana sobre la que una vieja leyenda swahili aseguraba que albergaba a un dios terrible que paralizaba al que se acercaba a la cima, con lo que explicaban un fenómeno tan extraño por estas latitudes como el de la congelación, no se encuentra, sin embargo, en Amboseli. De hecho, el Kilimanjaro ni siquiera está en Kenia sino en Tanzania, aunque es desde este parque desde donde luce más espectacular esta mole.
Otra característica de Amboseli son los remolinos de arena que se forman por sus paisajes resecos. Sin embargo, lo más significativo del parque, además de sus paisajes presididos por el Kilimanjaro, son sus grandes manadas de elefantes. Aunque Amboseli, el segundo parque más visitado de Kenia después del Mara a pesar de sólo contar con unos 400 km2, alberga también cebras, jirafas, búfalos, escasos rinocerontes y, por supuesto, leones, guepardos o leopardos que pueden subsistir gracias a que, a pesar de la aridez aparente, abundan las aguas subterráneas.
El territorio de Amboseli pertenece al país Maasai, la legendaria tribu guerrera de nómadas pastores que se alimentan de una mezcla de sangre y leche. Los Maasai continúan viviendo hoy como lo han hecho siempre en la reserva que rodea el parque, pastoreando sus rebaños y desplazando sus enseres en busca de los mejores pastos. A lo largo de sus migraciones, hoy restringidas, los Maasai construyen sus poblados, los llamados enkang' o más popularmente manyatta o emanyata, con palos de madera y estiércol de vaca. Con sus cuerpos esbeltos, sus rostros hieráticos y orgullosos, sus atuendos coloridos y sus cabellos trenzados y teñidos de rojo, los Maasai ofrecen una gran plasticidad para el fotógrafo, pero por tu propia seguridad nunca les retrates sin su permiso.