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Foto: ©Jose M. Piasentini |
La importancia estratégica de Belchite como entrada natural hacia Zaragoza supuso que se convirtiera en el escenario de una batalla que destruyó por completo el pueblo. La guerra de 1936 redujo a escombros prácticamente el primitivo casco urbano, teniendo que construir un pueblo de nueva planta al lado del antiguo emplazamiento.
El llamado Pueblo Viejo de Belchite está completamente desolado, abandonado por la administración pública durante demasiado tiempo. Vemos como cada día cambia su paisaje, ya que van desapareciendo y cayéndose las antiguas edificaciones, que no han sido consolidadas sus estructuras.
En un paseo por el pueblo se pueden ver aún la estructura urbanística de su conjunto y los edificios más llamativos con gran interés arquitectónico. Destaca en su trazado viario los arcos de entrada al pueblo. Aún quedan en pie el arco de la villa, construcción barroca en ladrillo del siglo XVIII y el arco de San Roque, que destacan porque contienen capillas como elemento protector ante lo externo. La calle Mayor es la mejor conservada de la población. Allí se pueden ver las fachadas de las viviendas en ladrillo y adobe con sus arcos de medio punto para las entradas y las típicas galerías superiores de arcos del Renacimiento aragonés.
Desde esta calle principal se pueden acceder aún a todos los monumentos que quedan en pie:
· Convento de San Agustín. Esta orden de los agustinos se estableció en Belchite a fines del siglo XVI y de su presencia todavía se conserva la iglesia que mezcla el estilo barroco y neoclásico en sus formas, usando como material el ladrillo, como en el resto de construcciones de la población. Se distingue la planta de cruz latina, destacando en su interior la decoración barroca con estucos y esgrafiados.
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Foto: ©Jose M. Piasentini |
· La iglesia de San Martín de Tours es seguramente la construcción de mayor calidad artística de Belchite. Mezcla estilos desde el mudéjar del siglo XIV en su ábside poligonal con sus peculiares contrafuertes y la torre de tipo alminar almohade, pasando por la transformación del siglo XVI, en la que se recreció la nave con la típica galería aragonesa superior de arcos del Renacimiento, hasta la realización de las capillas laterales en estilo barroco en el siglo XVII y la fachada monumental del XIX, todas ellas usando como material principal el ladrillo.
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Foto: ©Jose M. Piasentini |
· El Convento de San Rafael perteneció a la Orden de las dominicas y fue construido en el siglo XVIII. Sirvió de escuela de las niñas y los párvulos de la población posteriormente.
· La Torre del Reloj es lo que queda de la antigua iglesia de San Juan, que fue desacralizada para colocar el reloj que marcaría las horas del pueblo hasta su destrucción en la Guerra Civil. La torre es de estilo mudéjar y fue realizada entre los siglos XIV y XV.
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