martes, 24 de mayo de 2011

Isla de Java - El Templo de Borobudur

La mayor concentración de arquitectura sagrada de Java, se encuentra en la llanura de Kedu, unos 42 kilómetros al noroeste de la actual ciudad de Yogyakarta.  Aquí se encuentra el hermoso complejo de templo hindú de Prambanam y el mundialmente famoso templo budista de Borobudur.


Borobudur, es un nombre que deriva de una expresión que significa "Montaña de la acumulación de los méritos de los diez estados de Bodhisattva" es comúnmente considerado como una estructura budista, sin embargo, su construcción inicial fue planeada y llevada a cabo por constructores hindú algún momento alrededor de 775 d. C.

En el centro del frondoso paisaje de la isla indonesia de Java, aislado en la inmensa llanura, aparece el templo de Borobudur, máxima expresión de la arquitectura religiosa javanesa (El Budismo), el cual data del año 750 d.C. Para llegar a él partimos de Yogyakarta, una de las ciudades más grandes de la isla, sólo se tardan treinta minutos por un largo camino asfaltado de unos 40 Km. ó 25 millas aproximadamente.

Está inspirado en un módulo constructivo que se relaciona con los sagrados diagramas del budismo tántrico y respeta un rígido esquema geométrico que tiene un profundo significado religioso.

Está formado por anillos concéntricos que se van estrechando a medida que se asciende hasta culminar en el único y gran stupa central símbolo de la Verdad Eterna (el edificio cónico típico de la arquitectura budista), simbolizando una flor de loto —la flor sagrada de Buda— que flota sobre las aguas de un plácido lago (en este caso la llanura) ó bien una montaña rodeada por agua.

Para poder llegar desde el nivel de la llanura a los casi 40 metros de altura de la cúpula central se construyeron nueve terrazas conjuntas; la primera mide más de 170 metros de lado. Si a estas faraónicas dimensiones se añade el minucioso cuidado con el que cada detalle se realizó, transformando una idea esquemática en un encaje de piedra, es posible tener una idea de la magnitud, de la dificultad y de la importancia del trabajo realizado en este templo.
Y todo ello para trazar un “recorrido”, o, en otras palabras, para crear un camino adecuado para un viaje del alma. Para quien lo visite es una invitación a la meditación, que habla directamente a los sentidos y que transmite su mensaje.

Fue restaurado, entre 1907 y 1911, por grupos de investigadores y arqueólogos holandeses que lo salvaron de la amenaza de la vegetación tropical, donde la mayor parte de las esculturas se perdieron durante el curso de las mismas restauraciones y de ellas sólo se conoce el tema: el Karmavibhaga, la ley del karma, según la cual cada acción humana lleva consigo sus consecuencias inevitables en la vida futura.

Centenares de esas esculturas eran una minuciosa descripción de escenas infernales (según la concepción de los constructores), en las que el hombre aparecía todavía envilecido y aprisionado por el remolino de los deseos. Se sabe, además, que no estaban a plena luz, sino medio enterradas y ocultas a la vista.


La montaña sagrada representa el progresivo abandono, la espiritualización y la interiorización. En definitiva, el eterno viaje del caos al orden, de la materia al espíritu, de las contradicciones a la Verdad. El viaje que Buda afrontó por primera vez y que todavía hoy, en su nombre, miles de personas afrontan según lo que Borobudur indica y sugiere.

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